Faustino Cordón
Faustino Cordón fue uno de esos nombres que el franquismo silenció y la democracia no se atrevió del todo a recuperar. Farmacéutico, combatiente republicano, autodidacta brillante y teórico de la biología evolucionista.
Durante la Guerra Civil, se unió al Quinto Regimiento y fue nombrado jefe de armamento. Una explosión destruyó su laboratorio casero, mató a su hermano y a varios compañeros, e hirió a sus hermanas. Él sobrevivió, tuerto, con metralla en el cráneo. Más tarde, fue encarcelado, torturado y condenado al ostracismo profesional por el nuevo régimen.
Durante la dictadura, su figura fue marginada. En la democracia, ignorada. Su obra no encajaba ni en los moldes de la ciencia oficial ni en los relatos cómodos de la Transición.
Perteneció a una generación de exiliados interiores que resistieron sin abandonar el país, pagando con silencios, vetos y aislamiento. Desde laboratorios improvisados y espacios precarios, contribuyó al conocimiento humano con una tenacidad admirable.
Hoy, su nombre apenas figura en los libros de historia de la ciencia en España. No hay homenajes oficiales ni reconocimientos públicos que reparen la exclusión que sufrió. Pero su archivo, resguardado por su familia y ahora en la Biblioteca Nacional, es testimonio de una vida consagrada a pensar desde el margen y a resistir desde el conocimiento.
Recordar a Faustino Cordón es recordar que hubo otra España, hecha de inteligencia crítica y coraje. Es, en definitiva, un acto necesario de memoria, para que la dignidad no quede sepultada bajo el olvido.