Rosita Díaz Gimeno
Rosita Díaz Gimeno fue una de las grandes actrices del cine español durante la Segunda República, apodada “la sonrisa de la República”. Sin embargo, como tantas figuras republicanas, su historia fue sepultada bajo el silencio del exilio.
Caracterizada por sus opiniones favorables al voto femenino, al divorcio y la emancipación de la mujer, durante la Guerra Civil, mientras rodaba, fue detenida por los golpistas, que la confundieron con la amante del presidente Juan Negrín, cuando en realidad estaba casada con su hijo.
La prensa llegó a anunciar erróneamente su fusilamiento en 1937, pero logró huir de España, en parte gracias a gestiones desde Hollywood, e inició un largo exilio. En México y Estados Unidos reconstruyó su carrera. Rodó películas y brilló en el teatro. Fue reconocida como una destacada difusora de la cultura española en el extranjero.
A pesar de sus logros, España nunca le abrió completamente las puertas tras la dictadura. Durante la Transición, Rosita expresó su deseo de regresar, pero también su temor de no ser bienvenida. La dictadura la borró, y la democracia apenas la recordó.
Falleció en 1986 pero ni siquiera se conoce con certeza el lugar donde reposan sus restos. Su muerte pasó prácticamente inadvertida en la prensa española, reflejo del olvido al que fue condenada por su vinculación con la República.
Fue una mujer adelantada a su tiempo, una estrella internacional y una figura incómoda para el franquismo, con su defensa de los derechos de las mujeres y su compromiso con los valores democráticos. Recuperar su memoria es también un acto de justicia histórica.